“Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una sola lo desdeñaría. Pero Él no quiere que le amemos por sus dones: Él mismo quiere ser nuestra recompensa…” (Cta. 145)
«Él mismo quiere ser nuestra recompensa…»
2 enero 2010 por Monasterio del Dulce Nombre de María y San Bernardo
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